Cuando se creó El patio de los sueños, hace ya siete eneros, se buscaba acercar a la comunidad a aquellas personalidades de la Iglesia, las artes, la literatura, la intelectualidad toda, que por muchas razones siempre nos parecían lejanas, aun cuando aprendiéramos a admirarlos desde sus obras, desde su ejemplo cotidiano.
Y ese objetivo fundacional se demostró otra vez en la más reciente edición del espacio cultural conducido por José Orpí.
Alejandro Lescay Hierrezuelo quizás era un desconocido para muchos de los parroquianos que asistieron al patio de este mes de enero. Aunque quizás no, pues llegaba con la impronta de haber ganado el Primer Premio del XXI Salón Nacional de Arte Religioso, SAR, (2022) y haber formado parte del Jurado de la edición XXII de este evento, en diciembre pasado.
Lo que se puede asegurar tras la conversación sostenida con Orpí, es que Alejandro Lescay Hierrezuelo ha dejado una huella más profunda que su obra, en los que lo escuchamos.
Alejandro Lescay Hierrezuelo fue el invitado a El patio de los sueños
Con una “honorabilidad y sinceridad” (como bien lo definiera un miembro de la comunidad asistente al Patio), Alejandro no eludió ninguna pregunta, y respondió como si en una reunión familiar se encontrara.
Pausado, directo, elocuente, Alejandro Lescay Hierrezuelo nos permitió acompañarlo en sus orígenes como artista, bajo el empuje de su “abuelita”, de su madre, del profesor Galán.
Nos conmovió al reconocer que solo ha llorado mucho dos veces en la vida: el día que murió su abuelita, y el día que no aprobó las pruebas para entrar en la Academia Profesional de Artes Plásticas José Joaquín Tejada; un golpe de realidad que le ayudó a entender que tenía que aplicarse en la vida.
Confesó que su padre, el Premio Nacional de Artes Plásticas Alberto Lescay, no fue un factor determinante para que se decidiera por las artes visuales; y que nunca ha interferido en su formación como artista. Sin embargo, aseguró que de él aprendió lo que es el respeto por el arte. “Él siempre ha sido mi mejor crítico”, aseveró Alejandro, a la vez que agradeció la relación tanto personal como profesional que sostiene con su padre.
Sus comentarios sobre sus más recientes participaciones en el SAR (como competidor y luego como jurado), fueron otra muestra de su inmensidad como artista y la humildad que lo distingue.
Creo que el artista del siglo XXI tiene que buscar nuevas maneras de representación para tratar los temas; debemos escarbar más allá de la epidermis e ir a las esencias, dijo, y remató con una hermosa definición, El arte debe tener la característica de susurrar.
Refirió sentirse honrado por el Premio del XXI SAR y el compromiso que implicó actuar como jurado en la edición siguiente. En esa ocasión, junto al resto del jurado nacional, le correspondió premiar a Reinaldo Pagán. Sobre ello, comentó que para él significó “la cereza del pastel”, pues reconoce en Pagán al artista que quizás más lo haya marcado en su etapa de la Academia.
Fue, la de este martes 16 de enero, una tarde noche emotiva, matizada además por la singular y exquisita voz de la instructora de arte y cantante Rosa Armelo Moreno, que contribuyó de manera especial al cercano ambiente que lograron fomentar Orpí y Alejandro Lescay Hierrezuelo.
Rosa Armelo regaló la exquisitez de su voz
Y quizás no hay mejor reflejo de ello, que la respuesta de Alejandro al ser preguntado por los sueños por cumplir:
Llevo la vida que siempre he querido llevar; siempre he querido estar en el camino que estoy. Hay muchos sueños por cumplir, pero siento que estoy viviendo una etapa que trato de disfrutar mucho, porque me considero privilegiado de tener la oportunidad de que mi madre lo vea.
Ese es Alejandro Lescay Hierrezuelo. Y El patio de los sueños nos permitió conocerlo.
Vista de los asistentes a El patio de los Sueños