Exposición Post-It Re-presenta
Colectiva
21.07.2023
Estación Cultural de Línea y 18
«Post-It Re-presenta!» intenta abarcar con ambición una década de crecimiento y evolución del evento Post-It surgido en la escena artística contemporánea cubana de 2013. Sin embargo, la exposición, aunque nutrida de piezas memorables y reflexiones críticas valiosas, parece estar atrapada entre dos tiempos, luchando por equilibrar una retrospectiva y una previsión. Esto es notable desde las líneas iniciales del texto curatorial que acompaña la muestra, cuando sus curadores señalan: “No pretende ser otra exposición, tampoco se exige más allá de sus límites, sino que se afinca con fuerza en el rango que diez años de concurso suponen”.
El grupo de curadores, jóvenes todos, hace una proclamación atrevida al considerar a Post-It como un «termómetro creativo» para el arte emergente cubano, algo que a lo largo de estos años muchos críticos especializados han cuestionado y los propios jurados en las actas de cada evento han observado como una limitante del propio evento. Me permito citar un fragmento del texto de Maikel Rodríguez Calviño a propósito de la edición 4 del evento, que en mi opinión en las últimas ediciones mantuvo vigencia:
“¿Es Pos-it, en esta nueva edición, un salón representativo de la producción simbólica cubana emergente? ¿Acaso la marcada presencia de obras planimétricas, y de lo artístico asociado a un objeto identificable como obra de arte, está discriminando determinados procedimientos por encima de otros? Nótese la ausencia en las muestras finales de manifestaciones como el video-arte, el performance, el enviroment, el arte callejero, las intervenciones públicas, los site specifics, e incluso los consabidos proyectos que se muestran ante la imposibilidad de ejecutarlos debido a múltiples razones, casi siempre de índole económica o tecnológica. Además, esta edición prioriza en todo momento a la galería como núcleo legitimador de las propuestas que acoge, lo cual redunda en el carácter sagrado de la institución arte, cuyos espacios garantizan una mayor operatibilidad y legitimidad del hecho artístico. Habría que esperar, en futuras ediciones del evento, una mayor presencia de artistas interesados en trabajar dichas manifestaciones, así como una mayor interacción con los espacios citadinos y académicos. A fin de cuentas, un altísimo por ciento de los artistas seleccionados son egresados de, o cursan estudios en diversos centros de enseñanza artística.”
Esta perspectiva asumida por el equipo de curadores, de alguna manera, limita el alcance de la exposición al sugerir una uniformidad de experiencias y perspectivas artísticas que puede no estar ya presente en la realidad de artistas participantes a lo largo de estos 10 años. En su afán de atar «hilos y cabos creativos» intergeneracionales, la exposición corre el riesgo de imponer una narrativa forzada en un panorama artístico que es inherentemente diverso y multifacético.
El texto curatorial resalta la función de Post-It como plataforma para la socialización de propuestas y el despegue profesional, lo cual considero un punto relevante y oportuno que vale la pena destacar. Post-It se ha convertido en un evento de gran importancia en el ámbito del arte cubano, brindando a los artistas emergentes una oportunidad única para mostrar su trabajo y conectarse con el público. A lo largo de los años, este evento ha reunido a artistas de diversas disciplinas, desde la pintura y la escultura, hasta la fotografía y el video arte. Cada edición de Post-It ha sido un escaparate de la diversidad y la creatividad del arte contemporáneo cubano.
Además, Post-It ha demostrado ser una plataforma efectiva para impulsar la carrera de los artistas participantes. Muchos de ellos han logrado obtener reconocimiento internacional y realizar exposiciones tanto dentro como fuera de Cuba gracias a su participación en este evento. Esto demuestra el impacto positivo que Post-It ha tenido en el desarrollo profesional de los artistas cubanos. Es importante señalar que el éxito de Post-It no solo radica en su capacidad para dar visibilidad a los artistas emergentes, sino también en su capacidad para fomentar la interacción y el diálogo entre artistas y el público.
Post-It ha sido una plataforma invaluable para el arte cubano, brindando a los artistas emergentes una oportunidad única para mostrar su trabajo y conectarse con el público. Su impacto ha trascendido las fronteras y ha contribuido al crecimiento y la proyección del arte contemporáneo cubano. En las nueve ediciones que desde el 2013 se han realizado, a las convocatorias se recibieron aproximadamente unos 1050 proyectos de similar número de artistas. De estos, una vez apreciada la calidad de los mismos por jurados compuestos por reconocidos expertos en el campo artístico, como los Premios Nacionales René Francisco, José Villa Soberón y Lesbia Vent Dumois, así como críticos destacados como David Mateo, se ha llevado a cabo la selección de 341 artistas para participar en el concurso. Cabe destacar que cada uno de estos jurados ha aportado su perspectiva única y ha selecciondo obras de gran calidad y diversidad artística. Desde pinturas vibrantes y abstractas, hasta instalaciones innovadoras y esculturas impactantes, el concurso ha sido testigo de una amplia gama de expresiones artísticas.
Además, es digno de mención que algunos artistas han participado en múltiples ocasiones a lo largo de los años, lo que demuestra su compromiso continuo con su crecimiento y desarrollo artístico. A través de cada edición del concurso, se ha podido presenciar la evolución artística de estos talentosos individuos, quienes han abrazado la oportunidad de compartir su visión y conectarse con una audiencia cada vez más amplia. El compromiso con la calidad y la promoción del arte es una piedra angular de este concurso, y cada año se celebra con entusiasmo la oportunidad de descubrir nuevas voces y talentos emergentes en el mundo artístico. El impacto positivo que ha tenido este concurso en la comunidad artística y en la apreciación del arte en general es innegable, y es un testimonio del valioso papel que desempeña en el fomento de la creatividad y la diversidad cultural.
Las «ausencias» –que no quieren decir olvido- que en esta exposición hay, como se menciona en el texto, se consideran parte de ese termómetro, pero es necesario aclarar cómo se interpretan y se abordan estas ausencias. En una exposición que se esfuerza por ser un resumen de diez años de arte, ¿cómo se justifican las omisiones? En particular saltan rápidamente algunos nombres que “se recuerdan por su contundencia”. En este caso, siguiendo la línea cronológica puedo reconocer las “ausencias” de Glenda Salazar y Javier Castro Rivera (segundos premios de Post-It 1). Es notable la ausencia de los premios del evento en su segunda convocatoria, como son el hiperrealismo de Jorge Dáger (Gran Premio), Ariadna Contino (Primer premio), Adislén Reyes y Adrián Fernández (Segundos Premios), junto al premio de adquisición Johsue Paglieli. Aunque la obra de Osy Milán está, es válido señalar que el premio fue otorgado al ya desparecido grupo Thriangle, integrado además por Alejandro Romero y Mauricio Villaescusa.
Continuó el recorrido y la obra de Renier Quer (Tercer premio de Post-It 3) figura dentro de las ausencias junto a Luis Enrique Milán Bouza y Michel Chailloux (Primer y Tercer Premio de Post-It 4). Igual me sorprende que Leonardo Luis Roque ganador del Primer Premio de Post-It 5 con su obra Pintura Política y Dayana Trigo (Tercer Premio) no hayan estado entre las piezas de esta muestra. De ese mismo año Flavia Fuentes y Danco R. Duportai, ambos, menciones del jurado, tampoco figuran en la nómina, así como las menciones del siguiente año Mario Vega, Evelyn Sosa, Samantha Chijona y Daniel Árevalo ni las menciones de la octava y novena edición Yeinier Núñez, Giselle Lucía y Harold Ramírez.
En mi opinión, considero que el mayor desacierto de la selección de la nómina de la exposición radica en no incluir a todos los artistas que han sido premiados a lo largo de los años. Si el objetivo es mostrar lo que este concurso ha representado, ¿qué mejor manera de hacerlo que presentando a aquellos artistas que han sido reconocidos? Creo que esto sería fundamental para despejar las dudas de aquellos que cuestionan cómo se define y valora el «éxito» de participar en un evento institucional como Post-It.
¿Se trata únicamente de la reconocibilidad «dentro y fuera del contexto artístico insular»? ¿O existen otros criterios de éxito que también son válidos? La respuesta a estas preguntas podría haberse encontrado en el recorrido que han tenido los ganadores tras el premio. Analizar sus trayectorias y el impacto que han tenido en el ámbito artístico habría agregado una capa de profundidad y significado a la exposición. Además, al incluir a todos los artistas premiados en la muestra, se habría podido apreciar la evolución del concurso a lo largo del tiempo y cómo han influido y contribuido estos destacados artistas en el desarrollo y la relevancia de Post-It. Hubiera sido una oportunidad para mostrar la trayectoria y el crecimiento de los talentos que han sido reconocidos y, al mismo tiempo, fomentar una mayor participación e interés en futuras ediciones del concurso.
Considero que un momento importante en esta exposición era significar la presencia de la obra artista Ruth Trueba, con su pieza “Dolor de cabeza”, única artista de la generación Post-It ya desaparecida. Ubicarla en una posición privilegiada dentro de la museografía, con mejor iluminación y una adecuada señalización o texto hubiera sido fundamental: honrar, honra. La intención de «Post-It Re-presenta» de ser una antología y un estímulo para los futuros creadores es loable. Sin embargo, este doble objetivo puede dejar a los visitantes en un limbo de intenciones, con una mirada hacia atrás que puede parecer nostálgica y una visión hacia adelante que carece de concreción.
En términos de puesta en escena, la exposición puede verse como una recopilación abrumadora de ideas y direcciones. Mientras que la diversidad de las obras presentadas proporciona un rico tapiz de experiencias y enfoques, la falta de un hilo conductor claro puede resultar desconcertante para el espectador. Las piezas individuales, aunque poderosas en su propio derecho, parecen luchar por el espacio y la atención, en lugar de complementarse entre sí para crear una narrativa coherente. Con un marcado desbalance en la ubicación espacial, el ala derecha luce débil al compararlo con el resto de la muestra.
De manera general, el espacio de la Estación de Línea y 18 es un lugar ideal para la concreción de este tipo de proyectos, siempre y cuando los niveles de producción logística garanticen que el emplazamiento final ponga a favor de la exposición las estructuras arquitectónicas y no compitan, como es el caso. Muchos espacios quedaron vacíos, aprovechables para ideas interesantes. Piezas que necesitan luz para lucir por sí misma, desaprovecharon las zonas oscuras, como es el caso de las tres instalaciones de Osmel Herrera “Todas las Disculpas (nombrar la ciudad)”. Esculturas pequeñas como la pieza “Sacrificio” de Daniel Madruga desaparecía al ser colocada en un breve pedestal, ante el inmenso lienzo de José Capaz, a riesgo de ser tumbada por aquellos que buscaban una mejor toma de una obra de más de dos metros de altura. Algo semejante sucedía con la pieza de Lancelot que, por su majestuosidad, color y poder visual, opacaba al resto que le rodeaban. En lo particular, hubiera diseñado una isla de esculturas, donde no compitieran entre sí y ayudaría así para una mejor apreciación y reconocimiento a una manifestación que a lo largo de los años no ha sido privilegiada en el evento.
No pocos de los presentes señalaron la irregularidad en la ubicación de los pie de obras de las piezas. Muchas veces imposible relacionar, para aquellos que no conocen los estilos de los artistas presentes, la obra con su autor. Esto, puede sin lugar a dudas dificultar la comprensión de la exposición para el público. En lo particular a cada pie de obra, le hubiera agregado información sobre la presencia de artista en los eventos de Post-It, tal como si fue premio, mención o participante de la edición, etc. Eso serviría para informar a aquellos que conocen la presencia actual del artista pero les ayudaría entender que un Niels Reyes o una Lisandra Ramírez, fueron en aquel año 2013 artistas emergentes que ganaron los premios del primer evento y hoy 10 años después son algunos de los artistas contemporáneos mejor reconocidos por la crítica especializada y posicionados en el mercado del arte, esencia inicial de este evento.
Del texto de Rigoberto Otaño, motivado por la primera edición, comparto algunos fragmentos que creo ilustran el devenir de este certamen y se mantienen a días de hoy:
“De la muestra se precipitaron ciertas conclusiones inevitables. La línea dominante había dejado atrás la estética descuidada, el regodeo en lo marginal y la obsesiva crítica político-social. Los nuevos discursos se vertían hacia el intimismo, hacia una experiencia ajena a esa angustiosa circunstancia del “agua por todas partes” que, en la opinión de algunos, había saturado por años los contextos culturales cubanos. Incluso aquellas piezas que buscaban dialogar con la Historia, lo hicieron desde una postura casi lúdica. Definitivamente, la nueva generación contaba con una voz fresca, permeada de influencias internacionales y de una visualidad contaminada por las pautas del diseño contemporáneo. Sin embargo, quizás al margen de que la comercialización era el objetivo primordial del proyecto –o tal vez por eso, precisamente–, los cuestionamientos no se hicieron esperar.
Es un “arte lindo”, dirían peyorativamente algunos desde una posición –en mi opinión– facilista, para analizar un fenómeno mucho más complejo que el estigmatizado «servilismo» del artista para con las oscilaciones del mercado. A ello agreguémosle lo controversiales que resultan las (cada vez menos) voces que defienden a ultranza el “arte por el arte”, como algo aislado de todo contacto con su comercialización. En estos tiempos, el mercado es un fenómeno global, uno de los pilares principales de legitimación del artista, y (guste o no) parte indisoluble de su realidad inmediata. Ya va siendo hora de admitirlo.”
«Post-It Re-presenta» es una muestra ambiciosa con luces, sombras y notables ausencias. Ofrece valiosos destellos del arte cubano, pero su extensión y ambición pueden haber conspirado contra su capacidad para proporcionar una narrativa cohesiva y matizada. Adicionalmente, se perdió la oportunidad de rendir homenaje a figuras influyentes como María Milián, la fuerza impulsora detrás del evento, y a los especialistas que organizan incansablemente estos encuentros en la Galería Galiano, a menudo enfrentando críticas y desafíos. También debió reconocer el invaluable apoyo del personal de servicio del sistema de galerías Collage Habana, que mantiene una estructura de soporte compleja y delicada para las artes visuales.
En «Post-It Re-presenta», los artistas demuestran su maestría creativa, iluminando la escena artística cubana diversa y vibrante. Desde instalaciones que provocan ideas hasta pinturas cautivadoras, los visitantes se sumergen en un torbellino de colores, emociones y referencias culturales que contribuyen a dar forma al panorama artístico cubano contemporáneo.Sin embargo, en medio de la abundancia de obras de arte, puede resultar desafiante para los espectadores comprender completamente los temas y mensajes generales que conectan las diversas piezas. La falta de un marco curatorial claro o una narrativa puede dejar a algunos visitantes deseando una experiencia más guiada, una exploración más profunda del contexto y las intenciones detrás de las obras exhibidas.
Dicho esto, «Post-It Arte Contemporáneo Cubano» sigue siendo un esfuerzo loable para mostrar la riqueza y el talento de la escena artística cubana. Sirve como plataforma para que los artistas emergentes ganen visibilidad y se involucren con un público más amplio. De seguro su próxima edición volverá a generar conversaciones y promover la reflexión sobre la complejidad de la identidad, la política y los problemas sociales que moldean la sociedad cubana contemporánea. Post-It es un hito importante en el panorama artístico cubano, pero también plantea preguntas sobre el equilibrio entre la ambición y la coherencia en los proyectos a gran escala. A pesar de sus imperfecciones, esta exposición en sus díez años, arroja luz sobre la escena artística cubana en constante evolución y notable, invitando a los visitantes a apreciar e involucrarse con las diversas voces y perspectivas que emergen de esta vibrante comunidad.Intentar abarcar una década de arte emergente cubano es sin duda un desafío, pero era necesario no pasar por alto este momento de mayoría de edad.