Santiago de Cuba celebra el XXXIX Festival Internacional del Caribe. Desde ayer miércoles y hasta el próximo 9 de junio la ciudad deviene capital cultural de la región, en un acontecimiento que cada verano junta a miles de artistas, académicos y públicos diversos alrededor de manifestaciones mixturadas de la música, la danza, las artes plásticas, el teatro, la oralidad, la poesía y la religión.
En este contexto, la Galería Arte Soy de esa ciudad inaugura Silencios de Alejandro Lescay. De acuerdo a declaraciones del artista, la exposición busca “Mostrar lo más intrincado del interior del ser humano, sus miedos, vicisitudes y sentimientos ocultos”. Trece piezas de disímiles formatos se suman a estas reflexiones que surgen a partir del tríptico homónimo que Alejandro presentara en la colectiva Confabulaciones, durante la pasada edición de la Bienal de La Habana.
Para lograr el particular resultado visual de estas piezas, el artista restringe al máximo la paleta cromática, dibujando con carboncillo, polvo de grafito y acrílico. Seres contenidos, amordazados con artefactos que cubren sus bocas; individuos extraviados en su hierática desesperación, carentes del órgano que quizás les permitiera articular su zozobra. Se trata de “la otra cara que no mostramos, los eternos silencios que solo podemos compartir con nosotros mismos.”
La Fiesta del Fuego recibe en esta ocasión más de 500 participantes extranjeros de unos 32 países, junto con representaciones de provincias cubanas, quienes pondrán una vez más a prueba el espíritu ecuménico de una urbe que ininterrumpidamente cada año, desde 1981, junta colores, sonidos, sabores, saberes y sentimientos de las más alejadas latitudes.
El primero, en 1981, se llamó Festival de las Artes Escénicas de Origen Caribeño; en 1982 y 1983, Festival de la Cultura de Origen Caribeño, y de paso en ese 1983 adquiere la categoría de evento internacional; desde 1984 ya es el Festival del Caribe o Fiesta del Fuego, y ha estado consagrado específicamente a Cuba o a motivos inherentes a este país, en 1986, por el aniversario 33 del asalto al cuartel Moncada y el centenario de la abolición de la esclavitud en Cuba; también, fue dedicado al pueblo cubano en 1990, y a José Martí y el equilibrio del mundo, en 2003.
Desde su fundación, el Festival ha distinguido igualmente, a personalidades y acontecimientos trascendentes de la región, y a varios países: Maurice Bishop y Granada, en 1984; Haití, en 1985 y 2004, en ocasión del Bicentenario de su Independencia; a Guyana, a Brasil, en 1988 y 1997; a Puerto Rico, en 1989 y 2018; a República Dominicana, en 1991 y 2007; a Venezuela, en 1992 y 2005; a México, en 1993 y 2008; al Caribe Francófono; al Caribe Anglófono; a Colombia, en 1996 y 2013; a la Huella hispánica; a la Diáspora del Caribe; a África, en el 2000; a Panamá; a Antillas Holandesas, Aruba y Surinam, en 2002; al CARICOM; a Honduras; a Curazao y Pernambuco; a Trinidad y Tobago; a Martinica; a Surinam, en 2014; Bahamas; Ecuador; Bonaire, y ahora en 2019, a Uruguay.
El amplio programa de actividades concluye, como es habitual, con la Quema del Diablo, casi a orillas de la bahía de Santiago para, según sus organizadores, “incinerar a Lucifer y a todos los males y dejar expedito el camino rumbo al siguiente Festival del Caribe”.
Isabel M. Pérez Pérez
Fuente: Artcronica